Viva San Migué

San Migué esta desde el prinsipio en el sielo, porque se gana el cariño de Dió mu prontito. Y es que Dió se puso a creá cosa. Creó el sielo y la tierra, los animale y animalito, creó al hombre, la mujé y Falete, creó Cádi como paraíso, pero él notaba que le faltaba algo. Hasta que un día de caló de los bueno un dié de agosto del año uno despué de Dió, tenía el mismísimo Creadó la garganta tó seca y la boca como la babucha de un moro despué de crusá a pie el Sajara. Bebía agua, que él había creao los mare, los rio y las botella de dó litro, pero no le satifasia. Entonse llegó un muchacho, asín tó en canijao. "Dió, picha, que me han dicho que tiene la saliva pa pegá estampita en los albume de Panini", le dijo. "Ni que lo diga, cojone", porque Dió, era Dió, pero tenía un poco el deje de Cádi, que, al fin y al cabo, Cádi era su paraíso y él estaba al prinsipio en el paraíso.

Entonse, viendo la sé que estaba pasando Dió, Migué, que asín se llamaba el muchacho, le dijo, "vente cormigo un momento". Dió, que aunque estaba en tós lao porque también le gustaban mucho las afoto del Diario, como a Nuestra Señora, se humanisó y se asercó al sitio en donde le disía Migué. Allí tenía un grifo que salía de una espesie de tinaja gigantesca. Migué asercó una vasija de cristá con un logotipo con letra roja y la llenó de un líquido amarillo fresquito con dó deo de espuma. Cuando Dió lo bebió se volvió loco. "Ohhhh, esto es maravilloso. Lo llamaremo oro amarillo". "Dió, es que el oro ya es amarillo", le dijo Migué. "Ya lo sabía", le dijo Dió que como se sabe lo sabía todo como un corcunsante de Sabé y ganá. "Po entonse lo llamaremo oro líquido". "Dió, a ti te importa que lo llamemo birra, que me gusta má" y birra se quedó.

Dió, quedó encantao con el acontesimiento y con la birra, le dijo a Migué que subiera al sielo y que le montara allí un grupo pa echarse él la servesita fresquita de vé en cuando. Al cabo de los mese de disfrutá de las birra, Dió, que era mu agradesio, le dijo a Migué. "Por tu invento de la birra, te vi a hasé santo. ¿Qué digo santo? Te vi a hasé algo má que santo, te vi a hasé arcange".

Por eso Migué no es un simple santo. Ni siquiera es un ange ná má. Migué es un arcange, que es de los má importante, casi como una ortavilla en una comparsa. Fítetú que arcangele son siene ná má pero los má importante son tré san Rafaé, patrón de los periodista y los cordobese por este orden, san Grabié, patrón de los que pronunsian malamente y San Migué. Es nesesario darle el papé que corresponde a San Migué.

Ademá, San Migue, que como digo lleva en el sielo una jartá de tiempo, como el Mosquera en la comparsa de Quiñone, también le echó un cable a Dió el día de la bronca con los malo. Como aquella gente era de fuego y calorsito, Dió había pensao pa combatirle echarle agua. Lo que pasa es que por aquello tiempo ya había restrisione y a las nueve, cuando la batalla estaba en lo má gélido (que sinnifica importante, pal que no sepa latin y álgido sinnifica frio), Dió se quedó sin agua. "Me cago en la puta, que haiga yo creao las sequia pa esto". Totá, que la cosa estaba regulera, porque los diablo comandao por Sataná estaban a punto de haserse cargo del negosio, pero San Migué, que estaba allí escondio con su grupo en la mano, cuando vio vení a Sataná le disparó con un chorro de servesa en el coco. Sataná se quedó petrificao de lo fresquita que estaba la birra y San Migué siguió disparando hasta que a Sataná ya le entró el medio colocón de tanta servesa que aprovechó San Migué pa sacá la espada, que hasía má daño que un cuplé de Juan Carlo, y cortarle el coco. Fue un gran triunfo grasia a San Migué y es que San Migué, donde va, triunfa.

Evidentemente, a un santo con ese bagaje histórico en Cádi le tenemo espesial predilesión. Es verdá que en Cádi nunca bemo sio mucho de servesa San Migué. Lo nuestro era la Crú Blanca, que pa algo era de Cádi. Pero desde que la servesera se convirtió en Porselanosa y una plasa cuyo nombre prefiero no pronunsiá, que ya es desgrasiada muerte pa una serveseria, tranformarse en Porselanosa y esa plasa con gotera y nombre desagradable, desde entonse Cádi comensó a adorá a Gambrinu, al que todavía no han hecho santo pero poco le falta.

Pero eso no quita pa que respetemo al inventó de la servesa fresquita y le haigamo consagrao una calle, una panificadora (porque un poquito de pan entre birra y birra siempre viene bien) y una estatua. La estatua iba a sé en plan Maneken Pis, de eso meando, pero como disían que era mu poco respetuosa se la pusimo con la espada en la mano, pero en verdá, en donde hay una espada era una jarra buena de servesa con su mijita de espuma blanca.

Se ve que San Migué es un tío agradesio. Eso o que quiere conservá el negosio de la venta de servesa. La cosa es que tó los año, pa que no acordemo de él y le resemo con venerasión y fe, cuando ya el verano se ha acabao y la gente está empesando a sacá los anorá, San Migué manda unos peaso de día de caló que son gloria bendita. Como el de ayé, que fue de 10 de julio lo meno, pero con la ventaja de que La Caleta estaba ná má que a media entrada. Una maravilla esa marea baja y el baño que me pegué con mi Chari. La hija la gran puta no se baña en agosto que dise que le entra frío y se pegó un chapusón en ostubre. Un gran día de Caleta justo cuando ya paresía que no lo íbamo a tené. Cuando má gustito da. Por eso, yo en compensasión, quiero gritá a los cuatro viento (pero que no salte ninguno). ¡Viva San Migué!