Carmelopoli

jueves, 3 de diciembre de 2015

Alineasión indebida

Miércole, dié de la mañana. Estaba yo tan tranquilo en mi casa, y quien dise mi casa dise mi cama que, al fin y al cabo, es donde se cumplen toito mis sueño. De repente suena el teléfono. "Cuando salta al terreno de juego..."

- Sí, dígame -contesto con esa vó de malo de pelicula de mieo americana que me sale a mi resién levantao.
- Carmelo, miarma...

Evidentemente, ante eso ná má que puedo colgá el teléfono. Pero otra vé vuelve a soná la misma melodía "...el equipo amarillo se ve..."

- ¿Sí? -contesté
- No me vaya a colgá ahora, miarma que soy yo, el presidente de tu equipo.
- Espero que sea pa algo mu mu importante, porque yo no consiento que me llame miarma cualquiera -le respondí.
- Pa una cosa importantísima, miarma -me mordí los nudillo pa no pulsá el botón colorao del aifon-. La cosa está mu chunga, Carmelo, miarma.
- Amo a vé, Manolo, picha. La prósima vé que diga Carmelo, miarma, te cuelgo, por la gloria de Cotón, te juro que voy en serio -tuve que cortarle.
- Carmelo, miar... picha -restifiscó a tiempo- nesesito tu ayuda. Mi relasión con Pina está má chunga que la de la Sentía de Triana con la Primera Dama. El calvo desde que está en el trullo no me llama pa disirme qué tengo que hasé. Pa la supervivensia del Cádi tenemo que pasá la eliminatoria.
- ¿Que la supervivensia del Cádi depende de que le ganemo al Madrí? -le pregunté sorprendío.
- Sí.
- Po vé encargando las esquela -le asvertí.
- Tiene que hasé algo, Carmelo, miar... por Dió -me suplicó.
- Es que de ahora a esta noche es poco tiempo pa enseñarle a rematá a Wilson Cuero -le avisé.
- Algo te se ocurrirá -me dijo- en tus mano está el futuro del Cádi, miarma.

Y colgó, porque si no, le iba a colgá yo. Pero de lo arto del faro del Castillo San Sebastián. Totá, que la cosa queaba en mis mano. Me se ocurrieron diversa osione. Invitá a la plantilla del Madrí a ensaladilla de Las Paloma. Pero hasta con cagalera eran capase de ganarle al Cádi. También podía secuestrá a Isco, pero lo malo es que me pillaran y acabara en Puerto Tré con Bensemá. Me puse a curioseá por interné, a buscá cosa en la wé de periódico deportivo neutrale como el marca y el as, y de repente me se ensendió una bombilla.

Era que mi Chari se había levantao y había ensendio la lamparilla de la mesilla de noche. Pero al poco me se ocurrió una idea. Había una posibilidá. Era complicao, pero había que intentarlo. Así que cogí mi kit de cateto, mi camiseta del Madrí de Butragueño, los pantalone de chandal Humel de cuando Lasa le marcó el gol del medio campo a los palangana y me fui al Hotel Aslántico a esperá a que llegara el Madrí.

Cuando llegó el artobú me puse como un loco a pegá grito pa llamá la atensión pero no lo consiguí. Lo que pa mi era hasé el loco, allí resultaba de lo má normá. Es increible la gente cómo está con un equipo de furbo. Si al meno fuera la comparsa de Subiela. Pero no, un simple Real Madrí.

De toas forma, no me pasó como al cuadro de Los mojoso, no estaba todo perdido. Como Caracol en En Propia Mano tenía una carta guardá en la manga. De la otra vé que estuve en el Hotel Aslántico con el futuro presidente del Gobierno hise amistá con una chiquilla que trabaja allí limpiando habitasione y me dijo que Rafa estaba en la 411. Yo tenía mu claro cómo consiguí la atensión de Rafa. Lo llamé al teléfono de la habitasión.

- Rafa, soy Carmelo. Si en sinco minuto está en la esquina del teni te convidó a medio kilo de choco del freidó, pa ti ná má.

Rafa tardó cuatro minuto en llegá a la esquina del teni. Venía comiéndose un bocadillo. Le miré con cara de sorpresa.

- Esto es para matar el hambre hasta la hora de comer -me contestó a modo de saludo.

Yo pensé que pa matá el hambre de Rafa hay que clavarle una estaca, pero la cosa en Cádi no está pa hablá de muerte últimamente que iguá estamo asquí de ji ji ja ja y tu vesina de arriba lleva sinco año con la pata estirá y lo que huele malamente no son sus peo sino ella misma.

Totá, por el camino estuvimo hablando de sus cosa, que si el cuatro tré tré, que si la posesión. Pero no creerse que era furbo. El cuatro tré tré son los plato que él es capá de comerse, cuatro primero, tré segundo y tré postre. Y la posesión es quien se lleva má tiempo en el bate de su casa.

Llegamo al freidó. Nos pidimo, medio kilo de casón, tré cuarto de cocreta, un cuarto de empanadilla, medio de choco, cuarto y mitá de puntillita, medio de hueva, sei tortillita, cuarto de chipirone, un kilo de pescadilla y pa mi, aseituna. Rafa pidió agua, pero yo le dije al gallego que le echara ginebra, que tiene el mismo coló. Rafa disía que le sabía rara ese agua, pero yo le dije que eso era porque el vaso tenía mucha mierda y que el agua del grifo de Cádi venía puntaita desde lo que pasó en Loreto. De toas forma cuando probó el adobo, no le quedaron papila gustativa viva como pa fijarse en el sabó del agua. Al tersé pelotaso Rafa estaba má colorao que una breca del partido comunista. Al cuarto ya no se tenía en pie.

- ¿A quién va a sacá hoy? -le pregunté, como quien no quiere la cosa.
- A Cristiano Ronaldo -me dijo. Y depué se echó a reí.
- Déjate, de rollo, Rafa, que ere iguá de malo como humorista que como estrenadó -le contesté-. Saca al ruso, picha, que nesesita minuto.
- El ruso no puede jugar pfff -me dijo- está sancionado. Jajaja -y me pasó la mano por ensima del hombro. El moraso que llevaba era como el Madrí, de Champion Lí.
- Enga ya, Eso es del año pasao. Quién se va a acordá. Bebe agua, bebe agua -le dije. Se pegó otro trago.
- El rrrusssso no puede jugar, no puede, no puede jijijiji no puede jugar el rrrrrussssso, no, no, no...

Yo que tengo un master hecho en empinamiento de codo, etilisidá y morasibilidá sabía que Rafa estaba al pique de un repique. Nesesitaba un mínimo empujonsito. Le di un trago a la servesa, le oruté en la cara y Rafa cayó en reondo sobre la mesa. Aproveché pa rebuscá en los bolsillo. Tenía un papé con la alineasión de despué. 13 - 18 - 3 - 6 - 17 - 28 - 14 - 22 - 28 - 10 - 20 - 32. Taché el 32 y puse al lao el 21. Entonse cogí el móvi y llamé a Chendo.

- Chendo, que estoy asquí con Rafa en Las Flore y algo le ha sentao malamente. Vente a recogerlo que os tenei que ir pal Estadio.

Al ratito estaba allí Chendo. Lo cogimo entre los dó y lo llevamo arrastrando hasta la Catedrá. Pa mi que hasta nos cantaron una saeta cuando cogimo por Compañía cargando con ese gachó que pesaba má que el paso de la Santa Sena. En la Catedrá lo montamo en un tasi. Pal Carransa. Al despedirme, le dije a Chendo: "Tiene la alineasión apuntá en un papé en el bolsillo. Y me ha dicho que saque a Cherchiché".
- ¿A quién? -me preguntó.
- A Charniché -contesté.
- ¿A quién? -volvió a preguntá Chendo.
- Al ruso.

En el minuto tré del partio me llego un guasa al móvi. Era Chendo. "Menos mal que me lo dijiste. Qué gran entrenador es Rafa". Yo me sonreí pa dentro. El resto, ya lo sabei.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

La rivera del líde (2ª parte)

Como os conté en la primera parte, la Siudadana presidenta me pidió que fuera a vé al líde pa lo que puso a mi disposisión un vehículo del Ayuntamiento. Cocretamente, un patinete de la pulisía, con su pulisía y tó. Por el camino ná má que pensaba "Como nos vea Gadufaki, cualquiera lo aguanta".

Totá, que llegamo al Hoté Aslántico y yo me bajé del patinete sin darle un besito ni ná al pulisia, aunque era la persona con la que má contasto físico he tenio en los último mese. En resesión pregunté por el líde. "Está en la suit", me contestaron. "Suba a la cuarta planta y siga la fila de mujere con traje chaqueta". Festivamente, en el pasillo de la cuarta planta había una colesión de mujere de esa que están escondia el resto del año, de las que son mu mayore pa ir de botellón pero mu jóvene pal Pokoloko. Carne de Toba y Orsai.

La humedá se notaba. La puerta del fondo estaba serrá, lo que en el resto de España es cerrada. Y un gachó cuidaba que nadie se asercara al lide. "Dale estas braga de mi parte", le dijo una gachí. "Toma este sujetadó, lleva mi numbero apuntao", le dijo otra. El gachó, que tenía má mala cara que Romaní de dieta, ni miraba a las gachí, aunque pa mi que se apuntó el numbero de la del sostén en el móvi pa agregarla al guasa. El sujetadó no era de Amalia y por el tamaño, la muchacha meresía una oportunidá.

- Venía a vé al lide -le dije.
- Sin camisa y sin afeitar no se puede pasar -me contestó.
- Córcholis Roger, que somos de centro izquierda -le corrigió una vó que sonó de repente a mi espalda. - Este es Carmelo y viene a hablar con el líder, déjalo pasar, por la falda de Mafalda.

Giré la cabesa y me vi a un gachó con camisa blanca y perfestamente afeitao que me tendió la mano. Estuve a esto de trincarle el reló que tenía pinta de costá como tré paga de las mía. O cuatro. A tó esto, el gachó llevaba el reló a la derecha. Como las gachí. O como el rey nuevo.

- Amado líder -dijo cuando entramo- este es Carmelo, el gaditano al que estábamos esperando.

El líde estaba mirándose al espejo, ensayando sonrisa, poniendo morrito. Como una cuarentona hasiéndose un selfi. "Borja, te he dicho mil veces que no me llames amado líder. Líder a secas me vale" dijo con media sonrisa. Pero cuando se giró y me vio, la sonrisa se le borró de la cara.

- Un pobre - gritó. Creo que hasta emitió un grito de asco. Como cuando te come una almendra amarga. Y la almendra amarga era yo. Aunque no me comió, que quede claro. Pero es tan guapo que no sé si hasta me habría dejao. Bueno, no. El día que me deje comerme por un hombre, ese será Quique Miranda, por supuesto.

- Estimado líder -le dijo el ayudante-. Este es Carmelo. El gaditano que pidió.
- Jolines. ¿No había otra cosa? ¿No había un gaditano afeitado y con camisa clara? -se quejó.
- Adorado líder, somos de centro izquierda. Y usted y yo somos el centro y necesitamos a gentuza para que sea la izquierda. No se olvide que aquí han ganado los perroflautas.

Yo toavía estaba dándole vuelta a que Borja se supiera mi nombre. Tiene que sé verdá eso de que los de naranja son los protegio de los banco porque los banco son los único que lo saben tó. Los banco y mi Chari. Aunque a mi Chari últimamente he consiguió darle coba. Pero de eso hablaré otro día. Pero aunque estaba en mis cosa, me cosqué pa corrigí.

- No, no, no. Asquí ha ganao Nuestra Señora. Pero nos gobierna Kichín Salvochea porque a nosotro nos gustan las emosione fuerte. En Madrí una vieja, en Barselona una okupa y en Cádi un comparsista.
- Bueno, bueno. A ver, ¿cómo me habías dicho que te llamabas? ¿Juanelo?
- No, Juanelo es otro que si quiere sabé en que año escribió Paco Alba el pasodoble al Real Madrí, es tu hombre. Yo soy Carmelo -le contesté.
- Bueno, Carmelo, Juanelo. Da igual. Gaditano. A ver, necesito que me indiques cuál es la mejor manera para llegar al público de Cádiz.
- ¿De Juan Carlo te sabe algo? -le pregunté.
- ¿Don Juan Carlos? El rey ha sido un puntal de la democracia y ayudó a construir la Transición que es la etapa más importante que ha habido en la historia de España y cuyo espíritu tenemos que recuperar. Además, escogió a Suárez. Porque entonces no estaba yo, que si hubiera estado yo me habría escogido a mi y no a Suárez.

Esto va a sé má difísi de lo que creía, pensé. Si no sabía quien era Juan Carlo, hablarle de don Bustelo habría sido como cantarle la Internasioná.

- A vé, pero vosotro ¿no tenei un pograma o algo de eso pa las propuesta? -pregunté.
El líde se rio comedidamente, como cuando te tira un peo en casa de tu suegro que casi no quiere, pero te lo acaba tirando. Po iguá la risa del líde.
- No, por Dios. Programas. Eso es de la vieja política. Yo tengo una app en el iPhone y le meto la localización, enlazo la página web de los periódicos y la app me dice qué es lo que tengo que decir para convencer a la gente -me esplicó.
- Tonse, ya sabe: Cádi, www.diariocadiz.com, lavozdigital.es y palante -le reté.
- Es que no funciona, Gaditano, jope. Lo he hecho y me dice que la gente quiere que no haya Dios, que vuelva el Yuyu y que Martínez Ares se lleve un primero. Y es que no conozco a nadie de esa gente. Bueno a Dios, sí, pero no sé porque en Cádiz no quieren que haya Dios. ¿Es esto Gomorra? O peor, ¿es esto una Cataluña independiente?

Como había sacao el tema, yo aproveché pa meté basa en las procupasione reale de la gente.
- Cucha, no vea cómo está la que tenei en Cataluña. ¿Tú a la Arrimada te la ha arrimao? A que sí, bribón.
- Yo no creo en las cuotas de género. Las mujeres tienen que llegar demostrando su valía y su capacidad de hacer cosas.

Esa respuesta la interpreté como un sí. Pero tampoco me dio mucho tiempo pa interpretá que el líde tenía que salí pa la Fábrica Tabaco.
- Vamo andando, si no está lejo -le propuse.
- ¿Andando? Cómo se nota que eres pobres. Vamos en mi coche -me contestó. Y nos subimo a su coche, pero sin chófe ni ná, condusía él.

- Mi abuelo era piloto de rallis. Se montaba con mi abuela en el 600 y se ponía a 120 en la carretera del Ampurdán. A mi me gusta conducir.

Será por eso que tenía un Bemeuve. Nos montamo y el gachó fue tan rápido que yo me agarré del cacharro que tiene el asiento de copiloto arriba y hasta me se entumesió la mano. Qué sufrimiento. Nunca había corrio tanto por la Alameda. Ni siquiera el día que mi Chari me vio enmientra que estaba en lo oscurito con otra. Y mira que ese día fui rápido pa que no se coscara de que era yo.

- Bueno, Gaditano, propuestas. Propuestas. Que para algo has venido aquí -me dijo enmientra que metía quinta a la altura de Antonio Lópe.
- Yo lo mandaba al carajo tó -le dije.
- ¿Cómo que enviabas todo al pene? -me preguntó.
- Po eso, acababa con tó. El Senado. Al carajo. El Consejo Generá del Podé Judisiá, al carajo. Las diputasione, al carajo. El rey...

Justo en ese momento llegamo a la Fábrica Tabaco y del frenaso que pegó no pude terminá la frase. El líde salió del coche, miró el banderón que quitó Kichin Salvochea y despué volvió a poné, y yo creo que hasta se empalmó. En la puerta había una cola que ni pa las entrada del Falla. Aunque por la ropa y el estilito, esta gente eran má de consierto de Pablo Alborán en el castillo y cubatita en el Quilla.

El líde entró, Borja entró y cuando quise entrá yo, el segurata me paró. "Yo vengo con él", me atreví a disí.
- Con esas pintas. No te lo crees ni tú.

Grité el nombre del lide, pero no tuvo a bien volvé la cabesa. Me perdí el asto y toavía no sé si le convensió eso de mandarlo al carajo tó. Pero bueno, al meno sé que tengo hilo diresto con Moncloa pa los prósimo cuatro año.

martes, 10 de noviembre de 2015

La rivera del líde (primera parte)

Estaba yo tan tranquilo en mi cueva cuando de repente llamaron a la puerta. "Carmelo, te buscan" fue el grito de mi Chari que lo mismo sirve pa cuando venga la pulisía a deternerme que cuando por fin dén los del Comando Miarma con mi casa. Me quité las lagaña y saqué la cabesa por el pasillo. En el umbral (buen escritó) de la puerta estaba el antiguo chófe de Nuestra Señora. "Tengo órdene de recogerte", me dijo.

Me vestí lo má rápido que pude con mis mejore gala (la camiseta del Cádi del asenso en Chapín y el chanda de tactel que mi Chari me compró por mi santo en el piojito) y me fui con él pensando si Nuestra Señora querría algo de mi. Aunque ahora que Nuestra Señora ya mandaba en la siudá meno que yo en mi casa, mestrañó. Me metí en el Peuyó. Si hubiera hecho un Passá no habría entrao porque desde que nos gobierna Kichín Salvochea yo me he vuelto superecologista. Al Gore a mi lao es un pirómano quemabosque. Joé, es hablá de Kichín Salvochea y venirse a la cabesa lo del pirómano. Paresco Fran.

- ¿Aónde vamo? -pregunté.
- A la Sona Franca. En la planta noble de Onda Cádi quieren hablá contigo.

Pa lo que ha quedao el chófe de Nuestra Señora, pa recogerme y llevarme a Sona Franca. "Es que tenía un hueco libre despué de recogé a dó pobre y llevarlo a Elcano", me dijo. Totá, que despué de crusá tó Cádi me dejó en la puerta de Onda Cádi. "Vaya despliegue de Mirian pa hablá cormigo", pensé. Llegué a la resesión de Onda Cádi.
- Soy...
- Carmelo de Cádi -me dijo la resesionista-. En la primera planta, en la puerta del fondo te esperan.

Es verdá esto de que me he convertio en una tuistar gaditana que me conosen en Onda Cádi. Subí las escalera, anduve (que bien conjugo los verbo, carajo) por el pasillo y llegué a la última puerta. Estaba encajá, lo que en el resto de la España antigua es entornada. Ya estaba yo un poco pitoso pensando en los dó beso que le iba a dá a Mirian y en que me iba a arrimá una mijita, tó lo que me permitiera ella, que yo soy un caballero, pero no el que jugaba en el Cádi y despué en el Córdoba sino uno de verdá, de eso que nunca haría nada que una mujé no quisiera y que, presisamente, por eso, nunca hase ná. Totá, que estaba yo en posisión de firme cuando golpé la puerta, abrí... Pero no era Mirian. Era la,  Siudadana presidenta.

- Hola Carmelo -me dijo-. Necesito tu ayuda.
- Perdone señora Siudadana. Pero yo no voy a comentá los pleno munisipale. Ante me ofresco a enseñarle a Martín Vila a cantá un cuplé -le interrumpí.
- No es eso, Carmelo. Es que hoy viene el líder y me ha pedido reunirse con alguien que le asesore para gaditanizar su discurso en la Fábrica de Tábaco. Y yo he pensao en ti. Un vehículo del Ayuntamiento te está esperando abajo para llevarte al Hotel Atlántico, si te parese bien.
- ¿Y si me parese mal? -le pregunté.
- No le puedes decir que no, al líder -me contestó.
- Po vale. Y dale recuerdo a tus Diego -me fui pensando en que no conosco a ni un Diego que no le haiga puesto Diego a su chiquillo. Pero ese es tema pa otro día.

Efestivamente, en la puerta de Onda Cádi había un vehículo del Ayuntamiento. En este caso un patinete de la Pulisía Munisipá. La vergüensa que pasé en ese patinete, agarrao al pitufo, crusando tol Paseo Marítimo, pa mi se quea. Y eso que yo de vergüensa ando má cortito que de dinero. Totá, que me bajé del patinete en la puerta del Hoté Aslántico con gana de conosé al líde.

Pero mi encuentro con el líde lo dejaré pa la segunda parte de esta historia.

miércoles, 29 de abril de 2015

La verdá de la gran historia que nunca se ha contao

Os voy a contá una historia. Es una filtrasión que me han pasao los de Wikilí y, con ella se esplican muchas cosa. Ná má que por esta historia he desidio volvé al bló. Esesionalmente. Ahí la llevai:

La cosa estaba chunga. El artobú estaba lleno de humo. "No fumá cabrone que yo ya lo he dejao", gritó. Echó la cabesa pa trá y pensó. "La transisión al mistisismo de la aventura quimérica con estos tripulante despojao de su esensia indómita me tiene hasta el carajo".

Javi estaba contando los billete al otro lao del pasillo. "A vé, toca reparto", dijo enmientra que se apartaba el flequillo de la cara a la misma vé que se lo alisaba. Un esperto en el manejo de su pelo este Javi. Uno por uno fueron pasando por el asiento libre que tenía Javi al lao y recogieron su parte. Pero cuando le tocó a Antonio empesaron los poblema.

- Eso no es lo mío -dijo-. Yo quiero parte y media.
- Parte y media, ¿por qué? -reprochó Javi.
- Porque sí, picha. Porque sí.
- Asquí la única parte y media es la de mis cojone - dijo desde el otro lao del pasillo sin mové la vista del techo-. Si lo quiere, bien, si no, pa dogchau pa Paquito.

Antonio se volvió pa trá refunfuñando y empesó a canturreá "qué bonita es Cádi por la tarde..."

- Chófe para, que me estoy meando -gritó incorporándose casi de un brinco con las tré cuarta parte de mosqueo que llevaba.
- Pero si estamo a la mitá del camino -le contestó el chófe.
- Para asquí mismo o te echo.

El chófe le hiso caso. Quería siguí trabajando en esos viaje porque grasia a ello había conosio un montón de pueblo como Peligro, Nerva, La Algaba o Lusena. Bueno, a Lusena había ido una vé con el Cádi y habían perdio.

Se bajó y caminó un poco. En verdá no tenía gana de meá ni ná pero estaba jarto de está en el artobú. Este viaje se le estaba hasiendo má largo que el estribillo de Catastrofi. La sangre le jervía y le estallaba. De toas forma, pa disimulá se fue detrá de un árbo y se sacó el nabo con tan mala suerte que se pinchó la parte del pusio con una sarsa que había allí. Del doló perdió el equilibrio y cayó pa trá. Justo en ese momento la sarsa se iluminó, como si empesara a ardé. Se escuchó una vó asín como en dolby surraun.

- Juan, Juan, ¿por qué me has abandonao?
- ¿Quien ere, carajo? - preguntó asustao.
- Juan, soy Paco.
- Paco, ¿qué hase asquí, picha? -preguntó estrañao.
- Eso me pregunto yo. Haberme tenio que alejá tanto de La Caleta ná má que pa encontrarte. Que paresco un peregrino.
- La distansia má corta entre dó punto es la misma carretera -le contestó Juan.
- Lo que tus quiera, pero como inpirarse en La Caleta no hay ná -le recordó la sarsa.
- Es que últimamente no voy mucho a La Caleta -reconosió Juan- soy má de Cortadura.
- Y de secano, que no vea la pechá de pueblo que te está dando, Juan. ¿Por qué? Si Cádi es el templo -le preguntó la vó de la sarsa.
- Paco, es que la naturalesa intrínseca de la realidá eufemística del ámbito artístico vinculado al mundo carnestoléndico ha derivao en mi una ínfula esotérica...
- Nooo - le interrumpió con un grito que paresió un trueno.- Déjame de rollo, de mago y de ladrone. Tiene que volvé a Cádi. Si yo sé que tú lo echa de meno.
- Ademá de verdá, que nada es iguá en la ausensia de Cádi -le dijo Juan.
- Nadie valora el tesoro que tiene hasta que no lo empiesa a perdé -le contestó Paco.
- Espera que me lo apunto.
- Con lo que yo confiaba en ti desde que escribiste aquel pasodoble de los Gallo de Pelea.
- El enterradó es el amo del Patronato -se enfadó Juan
- No puede abandoná a Cádi por un patronato de tré o cuatro -le dijo la sarsa.
- Cada cansión que he cantao sin vé el Falla se me ha hecho un calvario, se me ha hecho un castigo y una maldisión -reconosió Juan.
- Por eso tiene que volvé. Pero no de cualquié manera. No vaya a volvé pa pegá chillio. Vuelve por Cádi -le aconsejó la sarsa.
- Pero, ¿y si no gusta? -preguntó preocupao Juan.
- Cádi siempre gusta, Juan, parese mentira -le contestó la sarsa-. Con lo que a ti te gustá largá, larga a toa esa gente que da pellá por arribita. ¿Tú sabía que en el sielo hay perro?
- No, no lo sabía, Paco -contestó Juan.
- Yo tampoco hasta que puse el Sedé de Los Prínsipe. Tos como loco, que manera de ladrá.
- El abandono es difísi cuando estamo a la mitá del camino -recordó Juan.
- No lo haga ahora. Espérate a esta noche y les manda un guasa. Larga a la mitá. Quédate con Javi, con Ramón y poco má. Y búscate a cuatro viñero, uno de Huelva y un miarma.
- ¿Uno de Huelva y un miarma? -preguntó estrañao.
- Pa que Canal Sú hable bien de ti. Y tené alguien con trabajo. Y canta por Cádi, por Dió y por mi. Recuerda que el mejón camino pa llegá a Cádi es Santandé.
- Como la alcalda.
- Como los chicuco -replicó la sarsa.
- Sacaré una comparsa que se llame los barbero, en honó a Los Juliane -pensó Juan en vó alta.
- Deja a Julián, deja a Julián que contento me tiene también -dijo la vó-. Ná de barbero. Al revé, ponle barba, que eso se lleva ahora. Rollo jister.
- ¿Algo má, Paco?
- Sí. Guárdate el nabo, picha. Que lo de la torre de Preferensia no iba descaminao.
- Grasia.
- Po al prósimo que te pida parte y media ya sabe lo que tiene que darle.
Y dicha esta última frase la lú desaparesió justo en el momento que aparesió Ramón.

- Juan, picha, ¿que te ha pasao? Que estamo esperando. Y tengo hambre. Y se va a poné a llové, que se han escuchao hasta trueno.
- He visto una lú -dijo Juan todavía sobrecogio.
- Juan, picha mía, que tú ya había dejao esas cosa -le recordó Ramón.
- No me segaba la mente la hierba porque la hierba má mala es el dinero que ni es un caballero ni es tan poderoso, que lo que por un lado te da por el otro te lo quita.
- Vale, vale -dijo Ramón enmientra que le ayudaba a levantarse.

Volvió al artobú. Ya no habló má en lo que quedaba de viaje, de regreso a la Tasita. Estaba pensando en lo que le había pasao, en el guasa y en cómo saldría el esenario vestio de negro el día de su triunfo.


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