Se alquila gafe, presio a convení

Estábamo toa la familia sentá viendo el Telediario de Antena tré justo ante de que empesaran a hablá del Real Madrí que ya sabe que esa gente se ponen con el Madrí y se llevan entre el de la gomina, el del desmayo y el de los pelo de fregona rubio tré cuarto de hora. Un insiso, como ahora el tema de la familia tiene tanta interpretasione, debo esplicá que cuando hablo de toa la familia, me vengo a referí a la familia completa, incluso con gente que no es de la familia esastamente: mi suegra, mi cuñao Angelín y la Cacelin, ademá, por supuesto de mi Sergio, mi Chari y yo mismo.

Presisamente, en un momento de eso, salió en la tele el cardao de la reina y el temita del libro que le han publicao a traisión a la pobre señora. Mi cuñao Angelín, que siempre ha hecho fans de Barroso y Juan Carlo, se soltó la lengua:

- Vaya tela la gachí esta. No podía estarse callá.

- Má rasón que una santa tiene la reina. Lo que pasa es que el lobi guei no soporta opinione contraria a la posisión única -mi suegra dando caña.

- Omá, ¿qué carajo es eso del loby guei? -preguntó mi Chari.

- Eso son los maricone que tiene copao los medio de comunicasión y no permiten que nadie diga ná en su contra -esplicó mi suegra.

- ¿Como el paraiso en el concurso del Falla? -preguntó el Angelín.

- Pa ti, tó lo que sea salí del Falla. Desde luego, ¡qué incultura, que isnoransia! Ademá, ¿tú a título de que está asquí?

- Yo estoy a título póstumo, porque estoy con mi cuñao Carmelo hasta que me muera -se defendió el Angelín en plan Clemente.

- Yo creo que en verdá la culpa ha hecho de la gachí que le ha escrito el libro -intervine yo pa calmá los ánimo- que le ha traisionao.

Mi suegra se puso como una seguidora de Martíne Are el día de lo de La Milagrosa:

- ¿Pilá Urbano traidora? Ella es una periodista, una señora, ademá de una miembro de la Obra.

- Po yo la vi ayé en la tele y mucha cara de albañila no tiene -repuse.

- La obra es el Opu, carajote -me esplicó amablemente mi suegra.

- ¿Que serrr el Opu? -le preguntó la Cacelin a mi Sergio.

- Bufffff -mi Sergio, tan esplicativo como siempre.

- Eso es como el coro de Julio Pardo, pero en plan religión -dijo el Angelín- un grupo hermético, en el que todo sus miembro siguen con fe y sin reparo a su líde carismático que les marca el camino a siguí pa triunfá en la vida.

- Haré como que no he escuchao esa sarta de tontería y me vi a ir al bate pa echá un par de mojone dedicao a má de uno... -mi suegra siempre una señora con su elegansia y su sabé está. La conversasión, sin en cambio, siguió por endonde iba.

- Perrro, señorrra Sofrria la doña Reina, serrr siempre perrrsona de prrrudensia grrrande -dijo la Cacelin.

En ese momento, mi Sergio me se giró, me miró a lo sojo y me soltó: 

- Opá, a lo tuyo hay que sacarle dinero.

- ¿A lo mío? -pregunté yo má confundio que el Lobe cantando el pupurrí de una comparsa del Aragón en una amoto por Canaleja.

- A lo del bló.

- Pero si ya le he puesto lo de la publisidá de don Gugle y lo de los anunsio de esponsó. ¿Má dinero toavía?

- Sí, opá, vendiendo los pó -yo siguía má confundio que el novio de Falete jugando al escondite-. Amo a vé, ¿cuánto año lleva la reina como reina?

- Mucho -dijo mi Chari, que había oio lo de ganá dinero y se le habían hecho los deo huespede.

- Concretamente, trentitré -dijo mi Sergio.

- La edá de cristo -dije yo que es que es una frase que me viene siempre que escucho es numbero y no lo puedo de remediá.

- Sí, la edá de Cristo, pero en esos trentitré año, ¿cuánta vese ha metio la pata la reina?

- Ninguna -dije yo. Aquello paresía un capítulo de Seseí y a mi empesaba a dolerme la cabesa de tanto pensá.

- Podemo considerá que esta es la primera -me matisó mi Sergio. Y continuó -y ¿a quién se le ocurrió publicá hase mu poco tiempo una carta que había resibio de una abuela que tenía toa la pinta de sé la reina...?

- A Carrrrmelo -contestó rauda y veló la Cacelin.

- El efesto Carmelo -concluyó mi Sergio. 

- Es como el efesto Ase de los desodorante, pero en vé de atraé a las gachí atrae a la mala suerte-mi cuñao Angelín también se animaba con la teoría de la conpirasión gafística.

Yo, como siempre, negué mi supuesta mala suerte:

- Que no, que eso son casualidade. Anda que no hablo yo de cosa y no pasa ná.

- ¿Quiere otro ejemplo, opá?

- ¿Que me va a hablá otra vé de lo de la mano del Chapu? -mi Sergio negó con la cabesa- ¿o de lo del botellaso a Juande? -má negativa- ¿o de lo del penalty del Hércule? -otro giro de cabesa.

- Algo mucho má resiente, opá. ¿Te acuerda del pó que diste de los premio de que me gusta tu bló? -esta vé me tocaba mové la cabesa a mi pa disí que sí-. ¿Cuánto pueblo mensionaste tú en ese pó? 

Hise memoria pero no me venía. Escribo tantas cosa que a la semana no me acuerdo  ni de lo que he escrito. Vi a tené que pará y dedicarle unas semanita a leé tó lo que he hecho porque no quiero empesá a repetirme. Me levanté como pa ir al ordenadó a mirarlo... pero se oyó la vó de la Cacelin:

- Uno. Solo mensionaba un pueblo, el pueblo de Alaejos, de la prrrovinsia de Fachadolí, conosido mundialmente porrrrr sus vino, que ya serrr elogiados por Quevedo, el escrrritó, no el marrrio de la Tarrrega, y porrr su castillo.

- ¿Alaejo? Es no fue el pueblo endonde descubrieron a una gachí enterrá en una casa que llevaba allí siete año -dijo mi Chari.

- Esastamente, omá. No había pueblo en España, o en el mundo. Opá mensionó uno y su sangangui hiso que ni el vino, ni Quevedo ni su puta madre, Alaejo solo será el pueblo de la gachí muerta enterrá en su casa.

- Pero eso es casualidá -reproché yo, con meno fuersa que Visentito Sanche en una reunión del Patronato.

- ¿A quiene le diste el premio en ese pó? -mi Sergio siguía metiendo los deo.

Te puede creé que no me acordaba, meno má que estaba la Cacelin, que ademá de carnavalera, es una lestora fié y atenta, la joia por culo.

- A m. de asbestomania, a Chapu de nadandoconchochos 

- Con chocos, Cacelin, con chocos, que el Chapu se va a casá y sentará la cabesa -le corrigí.

- Bueno, esos dó, Salvoechea del Bierrrrso, a Manolo Rubiala, a paco jarrdinero y Raul Junquerrra.

- Ahí quería llegá yo. ¿Tú sabe qué bló ha serrao pa siempre?

- Sí, el de paco el jardi.

- ¿Porque se ha peleao con quiéne?

- Con Raulito.

- Opá, lo tuyo no tiene presio. Ere un arma de destrusión masiva. No te estrañe que el niño de Manolo Rubiale salga rosiero. O peó toavía, monárquico. O del Pepé. O del Beti. O las cuatro cosa: rosiero, del Beti, Monárquico y del pepé.

- Pero...

- Ni pero ni ná, Carmelo. A partí de ahora solo escribirá de la gente si te pagan. -mi Chari hasiendo negosio-- Que alguien quiere que una boda salga malamente, po te pagan y tú escribe lo bien que se llevan los novio. Que alguien quiere que una tienda sierre porque le hase la competensia, po tú le dedica un pó a la tienda disiendo que te encanta comprá allí... 

- ¿Te pueo pagá yo pa que hable de la obra de teatro de Martíne Are? -preguntó el Angelín.

- Ni te se ocurra, Carmelo. Ni te se ocurra -me ordenó mi Chari.

Asín que ya sabei. Se alquila gafe pa hablá de lo que quiera. El presio me lo pagai en un cheque ajorro del Carrefú que tengo al Solbe pisándome los talone. De tós modo, a vé si le dedico yo un pó a mi suegra, pero de los bueno, de los de tesquiero mucho, que tengo gana de que use ya su parselita de Chiclana.