La bronca

Desde mi destierro del sofá y con la espalda como el adoquinao del Campo del Sú retomo el pó de ayé pa contaro, esastamente cómo fue la bronca que ha provocao mi esclusión, esperemo que temporá, del lecho conyugá.

Como os contaba ayé eran casi las una de la noche del catorse pal quinse de febrero. Despué de un día entero sin aparesé por casa tal como iba subiendo por la escalera me imaginaba que el resibimiento no iba a sé presisamente cálido, asín que entre el colocón que llevaba y la preocupasión cogí una de las rama que tiene la Cati en la masetilla del primero.

- Esta ¿qué hora son de vení? - dijo ná má que entrá por la puerta
- Po son la una, ¿no?
- ¿A dónde ha estao tol día, mamarracho? (vi a tratá de limitá lo má que se pueda posible los calificativo epiteto ajetivale que mi Chari me dedicó má que ná pa mantené mi disnidá, asín que donde pone mamarracho sustituya el querido lestó por aquello que se le ocurra que lo que dijo mi Chari seguro que fue peó).
- Solusionando unos poblema de un amigo.
_ Un amigo, un amigo,... ¿Tú sabe que día es hoy? - Mi Sergio desparesió direstamente del salón y se metió en su cuarto como rata cobarde que es cuando su mare se enfurese.
- Si son las una, tiene que sé ya día quinse.
- No me sea sinvergüensa. ¿Y ayé? ¿Qué día era ayé? - Cada vé se iba poniendo má roja como si fuera
- ¿Ayé? Era trese de febrero, ¿no?
- Hijo de la gran puta. Ayé, hoy,... es día catorse, el día de los namorado, y no ha aparesio por asquí tol día. Yo había preparao una sena romántica con sus vela y tó y tú te va por ahí con la primera que llega. Golfo, sinvergüensa, cabrón,...
- Pero si te he traio un regalito -y le saqué el ramajo que había cortao de la maseta que tiene la Cati en su masetilla.
- ¿Esto? Esto es de las maseta de la Cati, ensima mañana se mosqueará cormigo y tol bloque malmetiendo contra mi. Si es que me tiene jartita. Estoy jarta, ay mare, que habré hecho yo en otra vida pa meresé a este inúti.
- Oye, que yo no soy inúti, que hoy he estao con Juan Carlo. Y que mi bló lo lee mucha gente, asín que un poquito de respeto, ennnn.

¿Pa qué diría yo ná? Lo de ante era una brisita de la Manga del Má Menó comparao con el Levante que se desató entonse.

_ No, sí todavía me va a echá cojone, el pichafloja este. Inúti, capullo, gilipolla, golfo, putero,... (no sigo por la disnidá de la que hablé ante pero que ya tengo a la altura del betún). A vé, échame el aliento.

Yo me traté de hasé el loco sobre la orden, pero ella puso toa la cara del Tejero cuando lo del golpe (con bigote incluio).

- Que me eche el aliento. - Yo soplé tó lo flojito que pude, pero aún asín el aroma a Jotabé salía por las papila gustativa de mi lengua delatora.

- Ensima borracho. Si es que yo no me meresco esto, mare de mi alma, virgensita del Carmen, virgensita del Rosario,... - Estaba ya como si se fuese a poné a llorá lo que yo aproveché pa tratá de meterme en la cama (aunque el sitio má apropiao habría sio debajo de la cama) a esperá que pasase el temporá. Ná má vé mi maniobra se le desaparesieron toa las lágrima del tirón y cambio otra vé de Yeki a Jai, como aquella chirigota del Lobe y el Cabra.

- ¿Tú adónde va? - Yo la miré con la cara de cangrejo moro casturao en la Caleta que pongo en los momento má desesperao y que, hasta aquella vé, siempre me había servio. - Ni te se ocurra meterte en MI cama. Tú duerme en el sofá, porque asquí van a cambiá muchas cosa. Muchas cosa.

Y aquello fue lo último que me dijo. Entre las cosa que han cambiao está que no me habla, que no me prepara la comia y que siempre que se refiere a mi lo hase con la espresión "el cabronaso de mi futuro esmario". Pero yo aguanto, porque quien resiste, venserá. Pero me parese que el que escribió ese refrán no conosía a mi Chari.