La langosta siempre llama dó vese

Mi vida ha dao un giro. Ya no voy de San José a Palillero sino de Palillero a San José, como las prosesione del domingo. Y, siguiendo con la metáfora como si fuera el gran Canijo, tó ha hecho porque me he quitao las Pena grasia a una Santa Sena pa convensé a mi Borriquita con mucha Humildá y Pasiensia.

Hasta asquí llega mi capasidá de metáfora porque ya paso a contaro cómo han acontesio los suseso del pasao vierne. Os dejé con los avio comprao pa prepará la lasaña de langosta. Me faltaba comprá el regalo pa mi Chari, pero me acordé el reló que le había comprao a Jasan en la última operasión salvá mi matrimonio. Apostando por el resiclaje y el ajorro, abandoné la idea del regalo nuevo y recuperé el reló del moro.

La preparasión de la lasaña fue má difisi de lo esperao. Pa empesá había que poné las placa de lasaña en agua caliente y no vea la que lié pa encontrá un cacharro endonde calentá el agua. Despué lo de abrí la lata de crema de esa de langosta que no traía ni abrefasi ni ná. Se llenó de pringue roja hasta la campana de estrasión. Yo estaba dándole al troseao de la sebolla cuando de improvisto llegó mi Chari. Yo esperaba que llegara má tarde pero se vé que la gachí se coló en la fila del Cristo porque iba con su mare y la mare tiene una habilidá inata pa pegarse el cuelo que me imagino yo la que se liaría con toas las vieja esperando en fila y estas dó colándose. Lo raro es que no fueran los Geo o el mismísimo Sarcosí a arreglá la crisi humanitaria que se tuvo que desarrollá allí.

Na má llegá mi Chari astivó el sensó que tiene pa las cosa estraña y se metió en la cosina. Al vé tó aquello por medio y la pringue de la crema de langosta que llegaba hasta casi el techo por poco no le da un síncope. Yo me giré pa disirle lo que estaba hasiendo pero al verme con las lágrima saltá, me dijo. "Ay, Carmelo, yo no te puedo vé asín. No me llore por Dió". Se fue asercá a mi con un pañuelo de eso de los vente duro que usa ella que tiene en el bolso la fabricasión completa de los chino que hasen esa marca de pañuelo, que pa mi que hay dosiento chino contratao ná má que pa hasé pañuelo de papé pa ella, con tan mala suerte que se resbaló con una mijita de agua mesclá con la salsa de soja, que también me se habia derramao al tratá de abrirla.

Yo al verla caé me fui del tirón a ayudarle pa que no se esnucara pero, como yo no soy el fuerte de la comparsa de Martine Are, el peso de mi Chari en caida pudo cormigo y acabamo tirao los dó en el suelo un ensima del otro (en concreto yo ensima de ella, porque si biera sio al revé, probablemente, hoy no estaría contando esto) con la suerte de que mi Bartola entró en contasto refilonao con su Pepe y tras tantos día de pasá hambre se sintió como los arquitesto del Ayuntamiento y quiso visitá un sitio con humedade. Mi Chari que por lo que se ve también tenía la adrenalina a la altura del aguila del feni me gritó "Carmelo, por Dió, darme lo que me meresco". Yo fui a levantarme pa darle el reló que le había comprao, pero la gachí me cogió como si yu fuera un cartón de bingo, con los dó braso alrededó de mi cuerpo y las mano clavá en mi espalda. "Carmelo, harme el cangrejo y cómete mi lapa de pelo". Y me tiré pa abajo y me di un fstín con la de tiempo que hasía que no comía yo almejita a la marinera.

Metío en faena y con el gato de mi Chari convertío en un tigre de bengala me desidí a matarlo con una estocada sertera en pleno corasón. La verdá que má que una gran estocada fue un meteysaca que acabó con la muerte rápida del estoque y la susistensia del animalito. Pero esta vé no hubo reproche, sino que mi Chari me pidió que terminara de cosiná que le ponía mucho verme con el delantá. Las cosa de las mujere, pero con el peso de ensima (y de debajo) que me acababa de quitá, a mi no me importó terminá la lasaña.

La verdá que el plato quedó una mijita fuerte de sabó. Vamo que habría ensendio tó los sirio de la prosesión de la Palma de un soplio. Menó má que pa apagá el fuego sacamo una botellita de vino Gadir que teníamo guardao y nos pusimo una mijita a tono. Totá, que ante de acabá la lasaña ya estaba yo otra vé empujando y mi Chari resando y llamando a Dió. Se quedó anonadá pero ella no sabía que yo estaba má dopao que un siclista subiendo las Cuesta de las Calesa.

Y asín nos bemo llevao tol fin de semana hasta que ayé salió la Borriquita. De tanto bajá al pilón tengo ya convalidao el título de sumarinismo y mi Chari ha perdío má peso que con sai sesione del Natur Jau. Ahora me duelen otra vé los riñone, pero ya no es de dormí en el sofá, sino má bien de no dormí. Espero que se le pase el calentón prontito a esta gachí porque si no mi Bartola va a pedí la incapasidá permanente asoluta que la tengo en carne viva. Que la pastillita asú no es almidón. Pero bueno, mejón asín... Oye, que os dejo, que me está llamando la vó del instinto desde el cuarto. Buen Lune Santo.