El salvavida

Ayé por la mañana me fui a dá un paseo por Cádi. Como me llevo tanta hora sentao en el sofá viendo Carnavá, es nesesario mové las pierna. Que no es que a mi me guste andá, es que estoy teniendo má poblema con el riego que el ficu de las Puerta de Tierra, me se quedan dormía las pierna y me entra un cosquilleo que me agobio porque me veo como Ramón Sampedro en Mar Adentro y a mi me gusta está tumbao, pero por plasé, no por obligasión.

Yo no sé si porque me acordé del riego del ficu de Puertatierra o porque me entró un reto personá, pero me propuse subí la Cuesta las Calesa. Justo cuando llegué arriba, pa que no paresiera que estaba hasiendo jersisio, que yo tengo una reputasión, en vé de volvé sobre mis paso, siguí un poco palante y me dispuse a bajá por las escalera que llevan a la Renfe, aprovechándome asín de una de las pocas cosa que ha hecho el gobierno de Madrí por Cádi. Sin en cambio, cuando crusaba por al lao de la guardería vi un bulto subío en lo alto de la muralla.

- Yo me tido, yo me tido -oí que disí.

- Chiquillo, no te tire, que la vida es mu bonita -le grité del tirón.

- Déjame, que me tido desde la mudalla, déjame.

- No haga locura, que tó tiene arreglo meno espicharla.

- Yo no aguanto má. Yo no quiedo siguí viviendo, mi vida no tiene sentido.

- Cucha, picha, espérate un momentito que suba y ya verá cómo le encontramo la solusión.

- Po sube ddápido podque yo me tido.

Corriendo volví a subí el troso de escalera que había bajao ya. Sé que no es propio de mi corré porque corré es de cobarde, pero estaba en juego una vida humana de una persona de Cádi. Giré por la avenida de Bahía Blanca y llegué a la parte andonde estaba el suisida. La sorpresa que me llevé fue yo yo conosía al suisida:

- ¡Germán! ¿Qué hase? ¡Bájate de ahí que esta noche tiene trabajo! Que lo tuyo no es como la chirigota esa de Suicidio por desempleo -le dije.

- Cadmelo, vete. Déjame ponedle fin a este sufdimiento.

- ¿Cómo vi a dejá que haga una tontería con la de Carnavá que te queda por escuchá? Esta noche, por ejemplo, si te suisida no podrá escuchá a la chirigota del Canijo a Los que siempre te dan la espalda.

- A mi ahoda me da la espalda tol mundo. Ya no es lo mismo.

- Pero, ¿qué te pasa esastamente? -pregunté retóricamente porque yo sabía perfestamente que era lo que pasaba. Se le nota en las retranmisione.

- Que ya no estoy con Midiam. Me ha tdaisionao como Juda, como la compadsa de Huelva que viene esta noche. Y ni siquieda por Las tdeinta monedas. Que se le hase el chochete agua al lao de ése -y ése lo pronunsió en un tono despestivo que no sé si puedo reprodusí asquí, pero imaginarse cada uno hablando de su suegra. Po peó.

- Si es por eso, no te procupe-traté de animarlo.- Esta misma noche le puede asercá el micrófono a alguna de las chavalitas que cantan en el coro Maracaná. O si te van más las puretona a las del coro Las pioneras. Incluso a las niña de la chirigota Con un par que me han dicho que cuando acaben van a nesesitá una poyadura morá, de lo flojita que van.

- Pedo si pod eso no es, que yo no tenía ná con Midiam. Yo pdefiedo a Antonio Diva. Pedo es que me han dao el micdófono, a bambalina, un datito, cuando yo, el año pasao eda el jefe, la cada bonita, eda uno de Los fabulosos del concurso.

- Ya, Germán, pero tiene que entendé que tu sustituto es uno de los má grande.

- Ya. si yo lo entiendo, que hasta a 4572 kilómetdos de casa, en Dumanía, lo deconosen. Si lo he visto fidmá los utógdafo a una que pide en el Supedsó.

- Esa lo que quería era que le firmara pa los sordo y quitarle la cartera.

- Bueno, pero le ha fidmao. Y ante el que fidmaba utógdafo eda yo. Podque él eda una estdella, pedo yo pedtenesco a Cádi yo soy del codazón de la Tiedda y, sin en cambio no me quieden. Yo me tido. Este paso atdá no lo puedo sopodtá.

- No te tire, cojone, que hoy es tu día.

- ¿Hoy? ¿Pod qué?

- Porque hoy cantan Las noches de bohémia, la comparsa de Juan Carlo y ése no va a podé resistirlo y lo criticará, alguna comparsa criticará que tu sustituto critique y ya está liá, lo echarán y tú volverá con Miriam.

- ¿De veddá? ¿Tú cdee eso? -me dijo enmientra que se giraba como pa bajarse.

- Yo estoy seguro. Tú lo conose, él nunca se ha podio mordé la lengua porque se envenena.

- Sí que es siedto. Acuéddate con Nuestda Señoda en La Milagdosa.

- Y le costó un premio. Ese va a por toas y tú verá como esta noche la lía.

Se bajó, me dio un abraso y se fue pal Falla a prepará su intervensión, una de las última con el inalámbrico, según creía él. Lo que no nos esperábamo ni él ni yo es que Martíne Are le diera semejane ojanaso a Juan Carlo. Tanto rollo y tanto falserio le quitan morbo al Carnavá. Y le dan gana a Germán de tirarse por las muralla. A vé si, por lo meno, lo hase el día ante que cante el Juaqui y aprovecha Quiñone pa sacarle un pasodoble y, al meno, que su muerte no sea en balde.